jueves, 7 de octubre de 2010

Hablando de magia







Quién no soñó alguna vez con volar por el cielo estrellado como Superman, o al país de nunca jamás como Peter pan.
Todos hemos sido niños, todos hemos soñado con esa magia intangible, cuando no necesitábamos ver para creer, sólo querer. Hoy en día el vago recuerdo de lo que fue a un me provoca nostalgia.
En mi  infancia siempre perseguí sueños que nunca me frustraron a pesar de no llegar nunca al reino de Fantasía, ni despertar en el País de las maravillas o no conocer nunca  a los Goblins de Dentro del laberinto.
El Cristal oscuro, Legend, El vuelo de los dragones…, te permitía creer en criaturas maravillosas y extrañas, como unicornios y dragones, estos últimos aún no dejan de fascinarme.
La infancia, una época donde ir a los títeres estaba a la orden del día…Donde esperaba con ansía los paseos con mi padre por los preciosos parques con fuentes de monedas y pequeños bonsáis.
Los cuentos de Charles Perrault o de los hermanos Grimm eran lo último que escuchaba cuando me iba a dormir. La voz de mi madre se colaba como una melodía que me acompañaba en mis dulces sueños.
Recuerdo con especial fascinación un libro con las tapas dorada que mi madre tenía de cuando era pequeña, en él había un cuento donde una doncella se caía a un estanque, y aparecía en otro mundo donde se encantaraba con una ancianita a la que ayudaba, que era una hada camuflada, y la cubría de pan y oro…Aún me veo de pequeña mirando con curiosidad dentro de la fuente del pueblo, a ver si encontraba la clave para trasladarme  a ese mágico lugar
Mi hermana y yo utilizábamos esa magia para crear nuestros propios mundos, en los que podíamos llegar a ser todo lo que nuestra mente alcanzara a  imaginar.
Y el tiempo pasa…, pero soñar es de las cosas que afortunadamente siguen siendo gratis.
En la adolescencia la magia se transformó en la magia del amor.
Lo que ansiaba no era viajar a paraísos lejanos, al menos no sola.
“Antes del amanecer”,”Belleza robada”,  “Reality bites”,… ¡yo quería ser la protagonista de todas ellas!
La magia no desaparece, sólo se transforma.
Que sería de la vida sin los sueños, sin las fantasías, sin la magia… ¿una vida a medias?
No sé que sería, no quiero saberlo, porque a veces sólo a veces se me olvida, y me pierdo, necesito seguir esa luz que me hace creer todavía en el amor, en las estrellas…
Hoy la magia la encuentro en placeres sutiles que van desde saborear un queso, un vino, un té con canela, o escuchar una canción de Björk, de Stevie Wonder, de David Bowie o de Puccini.
Hasta placeres absolutos como vivir con el hombre al que quiero, estar con mi familia, mis amigas y hasta con mi perro.


¡Mmmm! Gracias magia, gracias por existir.

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