lunes, 4 de octubre de 2010

Rebuscando en Berlín






 Artículo publicado el 1 de octubre de 2010 en la revista digital Neomoda


Que pasada Berlín, ingenua de mí me ha sorprendido gratamente, su olor a historia a muerte y a vida, presente en cada pedacito de ella. Una fusión de una pobreza reconvertida en modernidad cool, con galerías de arte que rezuman almas de miles de personas, edificios de ladrillo rojo, viejas fábricas reconvertidas en museos ,gimnasios, galerías, tiendas de segunda mano o  “biergartens” .Sin duda es un ciudad que cuenta su historia por sí sola.
Su estructura se sustenta con el ecologismo presente, bicicletas a modo de velocirraptores atraviesan sus calles donde es más fácil ser arrollado por una de ellas que por un coche, bueno cochazo, porque allí quién más quién menos tiene un mercedes, y el que conserva un “Trabant” hoy es un moderno.
En los supermercados hay unas máquinas donde depositas las botellas y te dan un ticket para gastar en la compra,¡¡¡ me encanta!!!
Aunque lo que más me encanta es el concepto segunda mano, ropa, libros, juguetes, gorras del ejército, discos, hasta electrodomésticos,…allí ya nada muere.
Cada persona es un individuo único, cero borreguísimos. Lienzos andantes, que cuentan quién fue tu abuela y el punk que llevo esas medias rotas.
No digo que absolutamente todo el mundo se rija por el ecologismo ni la segunda mano, allí encuentras Dior y Prada con enorme facilidad, lo que digo es que no es una tendencia y que la segunda mano, igual que Dior, tiene también su lugar.
Bien es cierto que tanto en Berlín como en el resto de Europa se coexiste con tiendas de gran tirada, donde  filtran lo último que han visto en las pasarelas, no sólo la ropa de las modelos, sino los conjuntitos de las celebrities que se sientan en primera fila, con quién jovencitas sueñan en parecerse comprando prendas similares y copiando el peinado, maquillaje y un largo etcétera.
Aunque es cierto que hay gente que sirve como excepción que confirma la regla, se sigue así mismo y busca su propio universo.
Con la ropa de segunda mano, al margen de poder ser más auténtico, nos dirigimos, hacia un futuro mejor, menos contaminado, donde aprendemos a ser más creativos y resolutivos, utilizando los recursos que tenemos para sobrevivir.
Yo misma me he sumado a esta tendencia y este año me he comprado menos ropa y por otro lado he recolectado una blusa de mi abuela, he customizado una camiseta de futbol de mi padre con una pieza de encaje, estoy estampando viejas camisetas y tengo en la tintorería una chaqueta de ante de mi época de instituto esperando a tener una nueva oportunidad.
No por ello hay que renunciar al estilo ni a las cosas bonitas, la combinación de algo novedoso con algo de buhardilla puede ser positivamente explosiva.
¡Sigamos el ejemplo de Berlín!

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